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ESTILO ANDINO en extincion


Nunca me gustaron las columnas de reflexión que ensalzan lo que pasó hace varias décadas y se lamentan de la actualidad, pero será que los años me van cambiando y por eso decidí escribir estas líneas.

En los libros clásicos del andinismo como “Mas Alto que los Cóndores”, “Tempestad sobre el Aconcagua”, “Las Montañas del Pacífico” o en la segunda parte de Al “Asalto de Fitz Roy” se encuentra repetidas veces la definición del andinismo y de su particular estilo. Los autores, todos ellos europeos, diferencian claramente el “estilo alpino”: ágil, liviano, rápido, distancias reducidas, del “estilo andino”: largas aproximaciones, grandes distancias, uso de animales para los acercamientos, altura, convivencia con los pobladores andinos. También surge claramente la diferencia con las expediciones al Himalaya, que requieren de un estilo particular y por esos años especialmente lento y pesado. Como excepción en los Andes, la Patagonia, alpina en sus formas, quedó reservada como ícono del mas fiel y puro “estilo alpino”

Hecha esta introducción y siguiendo a los mismos autores podemos inferir claramente que disfrutan sobre todo de la diferencia, manteniendo el rumbo que imponen los Andes.

Así existen rutas clásicas que se delinearon con largas aproximaciones, se institucionalizó el uso de mulares en Cuyo y parte del noroeste argentino y de llamas en las cordilleras bolivianas o peruanas, los andinistas supimos convivir y aprender del poblador andino e incluso ciertas creencias y costumbres pretéritas fueron rescatadas por los montañistas.

Otro elemento diferenciador fue la cultura del testimonio de cumbre, que inició Matthias Zürbriggen al dejar su piqueta en la cumbre del Aconcagua siendo rescatada luego por Stuart Vines durante el segundo ascenso y de ahí en mas por siempre el que llega a una cumbre andina deja su comprobante y retira el anterior. El chileno Evelio Echeverría, claro en sus conceptos y punzante a la hora de defender el estilo propio de su cordillera ha dejado un claro decálogo indicando la forma de nominar los picos vírgenes o innominados y la obligación de no bajar de la cumbre las banderas del país de la montaña y del país del primer ascensionista.

Ese “estilo andino” se mantuvo a lo largo de décadas y se afianzó en las grandes montañas e incluso con el tiempo se facilitaron ciertas aproximaciones en alguna ladera, pero se mantuvo la versión “puramente andina” en los demás valles. También entre los andinistas es fácil encontrar conversaciones sobre tal o cual cerro y la consiguiente pregunta “¿pero por donde lo subiste?”, ya que no es lo mismo si al ascenso le sumamos tres días de aproximación y 2000 metros mas de desnivel.

Pero acá llega mi reflexión, crítica por cierto. Este verano se ha afianzado la idea de subir el Ojos del Salado por la ruta argentina desde el Arenal (5600 m) luego de hacer una aproximación de mas de 100 km en 4x4 desde La Coipa en el día. Dicho de otra manera, en vez de caminar los 42 km desde Cazadero Grande por una de las aproximaciones mas lindas del área, junto a un prístino río, pasando por un hermoso salto de agua, las cuevas de Aguas Calientes, los páramos de Agua de la Vicuña, observando una fauna sin parangón y los grandes nevados catamarqueños, se opta por amontonarse en un vehículo y en 8 hs subir hasta el corazón mismo de los Andes bajando a 5600 metros con seguramente 20º menos de temperatura que en el punto de partida. En otra medida, lo mismo ha ido ocurriendo en otras montañas donde lo prudencial es dejar el vehículo a lo sumo en el pedemonte e instalar dos o tres campamentos de altura pero algunos “conductores andinistas” fuerzan las maquinas hasta altura ridículas con el objeto de acortar una jornada la marcha. ¿Qué pasó con el espíritu andino? ¿Dónde vamos con estas nuevas reglas?. El andinismo abrió una nueva página cuando se logró simplificar algunas aproximaciones con el uso de las 4x4, que de otra manera quedaban vedadas al montañista, ya que se requerían 5 u 6 días de mula para llegar a la base de emblemáticas montañas como el Bonete (6759, la cuarta mas alta de los Andes), el Antofalla (6440 m), la cordillera de Lípez en Bolivia o la Occidental en Perú, Chile y Bolivia, pero una cosa es llegar al mismo lugar que nos dejaban los animales y otra muy distinta es violar el medio ambiente “escalando” con el vehículo. ¿Qué montaña vamos a encontrar los que queremos subir desde la base? ¿una toda rayada por las huellas de los vehículos? No, gracias. ¿Qué quiere lograr el gobierno de Catamarca liberando al tránsito los grandes +6000? ¿mas andinistas?. Seguramente, pero no es el camino. Igual no quiero equivocarme, nunca una administración pública va a lograr hacer algo por la montaña y el montañismo, somos nosotros los andinistas los que debemos preservar nuestros sectores, nuestros picos, nuestros paisajes y nuestro estilo. ¿Habremos llegado al punto que vale la cumbre más que la forma que la hagamos? En definitiva, todos estos interrogantes tienen solo una respuesta: respeto por el estilo andino, respeto por el medio ambiente y por el hombre y el hombre entendido como nuestra experiencia, la vivencia del poblador andino y la experiencia de aquellos que recorrerán la montaña dentro de un tiempo. Ya terminando, un pedido especial a operadores, guías y pseudo andinistas que intentarán el Pissis en los próximos años: la ruta normal comienza a 4500 metros en el CB Mar del Plata, déjense de joder con subir hasta el Campo 1 en camioneta!

Y para no finalizar con la mala, les dejo una reflexión del padre del andinismo, Federico Reichert “el andinismo difiere especialmente del alpinismo por la magnitud de la montañas y la convivencia con las gentes que habitan en sus laderas, dándole una riqueza a la excursión que no encuentra paralelo en otras cordilleras”.


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